Nuestra Señora de Itatí: historia y devoción
Los orígenes
La devoción a Nuestra Señora de Itatí tiene su origen en las misiones franciscanas de fines del siglo XVI. Los misioneros, entre ellos Fray Luis de Bolaños, llevaron la imagen a la reducción de Yaguarí, en la actual provincia de Corrientes, como parte de su tarea evangelizadora entre los pueblos guaraníes. La Virgen fue recibida con gran fervor y rápidamente se convirtió en el centro espiritual de la comunidad.
La imagen mide 1,26 metros, está tallada en madera de timbó y su rostro en madera de nogal. Representa a la Inmaculada Concepción: viste una túnica blanca, un manto azul celeste, y luce una corona, signo de su realeza espiritual. Su tez morena expresa cercanía y sencillez, y ha hecho que el pueblo la sienta verdaderamente como “una Madre del litoral”.

El milagro del río
La historia cuenta que, durante una incursión indígena, la imagen fue robada del pequeño poblado. Sin embargo, pocos días después apareció milagrosamente sobre una piedra en un islote del río Paraná, en el lugar donde hoy se levanta el pueblo de Itatí.
Cada vez que era trasladada a la capilla del poblado, la imagen desaparecía y volvía a aparecer en el mismo sitio del río. El pueblo interpretó este signo como la voluntad de la Virgen de permanecer allí. Así, sobre esa piedra se levantó finalmente la primera capilla, y alrededor de ella nació la actual localidad de Itatí.
El nombre proviene del guaraní Itatí, que significa “piedra blanca”, aunque también puede traducirse como “punta de piedra” o “lugar de muchas piedras”, en alusión a la geografía de la zona.
Expansión de la devoción
La devoción a la Virgen de Itatí se extendió rápidamente por toda la región del litoral argentino. Los misioneros difundieron su culto como signo de unidad y esperanza entre guaraníes y españoles, haciendo de María un puente de fraternidad.
Durante siglos, miles de peregrinos acudieron a su santuario para agradecer favores y pedir su protección, y muchos testimonios de milagros y gracias recibidas se conservan en el recuerdo de los fieles.
La Coronación Pontificia
El 16 de julio de 1900, la Virgen de Itatí fue coronada solemnemente por el obispo Rosendo de Lastra y Gordillo, con autorización del Papa León XIII. La Coronación Pontificia marcó un antes y un después en su culto, consolidando a Itatí como uno de los principales santuarios marianos de la Argentina.
Desde entonces, el 9 de julio se estableció como el día de su fiesta, coincidiendo con la celebración de la Independencia Argentina. Ese mismo año comenzaron a llegar cada vez más peregrinaciones de fieles desde Corrientes, Misiones, Chaco, Santa Fe, Formosa, Paraguay y Brasil.
Patrona y Protectora
El 23 de abril de 1918, el Papa Pío X proclamó a la Virgen de Itatí como Patrona y Protectora de la Diócesis de Corrientes y Misiones. Su culto continuó creciendo, y el santuario actual, con su majestuosa basílica, se convirtió en el corazón espiritual del litoral argentino.
Peregrinaciones actuales
Hoy, la Virgen de Itatí convoca a cientos de miles de peregrinos cada año. Las fechas más importantes son el 9 de julio y el 16 de julio, cuando se realizan grandes celebraciones litúrgicas, procesiones, cantos y manifestaciones de fe popular.
El santuario de Itatí, con su basílica inaugurada en 1930, se alza imponente a orillas del Paraná, recibiendo a fieles de toda la Argentina y de países vecinos, especialmente Paraguay y Brasil.
Mensaje de fraternidad
Más allá de la devoción, la Virgen de Itatí ha sido un signo de unidad entre los pueblos. Guaraníes y europeos, diferentes culturas y razas, encontraron bajo su amparo la posibilidad de reconocerse como hijos de una misma Madre.
Hoy más que nunca, Nuestra Señora de Itatí sigue siendo faro de esperanza, invitando a construir la fraternidad de los pueblos y a vivir como hijos de Dios y de María, Madre amorosa presente en el corazón del litoral.