La siguiente lista corresponde únicamente a los Párrocos que estuvieron a cargo de la Parroquia Nuestra Señora de Itatí desde el momento en que la Compañía de Jesús (los padres jesuitas) asumió su conducción pastoral.
Es importante señalar que, anteriormente, la comunidad estuvo atendida por sacerdotes de la Congregación del Verbo Divino (Verbistas), pero ellos no figuran en este registro, ya que hasta el año 1969 la entonces Capilla Virgen de Itatí pertenecía a la Parroquia Inmaculada Concepción.
Por ello, el presente listado comienza a partir del año en que la Capilla se erige como Parroquia, reconociendo así a sus párrocos. De manera transitoria, también se hace memoria agradecida de los distintos sacerdotes jesuitas y hermanos jesuitas que colaboraron en la misión y dejaron una huella significativa en la comunidad, siendo recordados con mucho cariño.
P. Marino León Galvez SJ (1971 – 1978)
El padre Marino León Gálvez, un jesuita de profunda fe y dedicación, dejó un legado significativo tanto en su natal España, Argentina como en Paraguay, donde pasó la mayor parte de su vida misionera. Fallecido a los 87 años, su partida fue lamentada por los fieles y amigos de la Compañía de Jesús, quienes lo despidieron en el cementerio del Centro de Espiritualidad de los Santos Mártires de Limpio (Paraguay).
Inicios de un Llamado Vocacional
Nacido en Jaén, España, el 5 de agosto de 1924, la vocación de Marino se manifestó a una edad temprana. Ingresó al noviciado jesuita el 15 de octubre de 1943 en el Puerto de Santa María, donde también cursó sus estudios humanísticos. Su formación continuó en diversas ciudades españolas, profundizando en la filosofía en Oña (Burgos) y realizando su magisterio en Sevilla. En 1955, se trasladó a Granada para estudiar teología y fue ordenado sacerdote el 16 de julio de 1958.
Un Misionero con Destino a Paraguay
Tras finalizar sus estudios en 1959, el padre Marino asumió la dirección de un instituto técnico, primero en Almería y luego en Cádiz. Durante cuatro años, su labor se centró en ser un misionero popular, recorriendo España de punta a punta y realizando viajes ocasionales a Perú y otros países de América Latina. Fue en uno de estos viajes que su camino se cruzó con Paraguay, tierra a la que llegó por primera vez el 15 de agosto de 1968.
Una vez en el país sudamericano, su servicio se extendió a diferentes comunidades y roles. Entre 1971 y 1978, sirvió como párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Itatí en Posadas, Argentina. En 1979, regresó a Asunción para trabajar como profesor de medios de comunicación social. Su pasión por la comunicación lo llevó a colaborar con Radio Cáritas, una labor que continuó mientras fue párroco y profesor en el colegio Cristo Rey a partir de 1980. En 1993, fue destinado a Ciudad del Este para servir como párroco de la parroquia San José Obrero, asumiendo también otras responsabilidades importantes.
Un Legado de Fe y Dedicación
El padre Marino León Gálvez vivió una vida de entrega y compromiso, caracterizada por su labor educativa, pastoral y comunicacional. Su incansable trabajo y su espíritu misionero dejaron una huella imborrable en las comunidades que sirvió. Su legado perdura en los corazones de quienes lo conocieron y en las instituciones que ayudó a construir y a fortalecer. Sus restos descansan hoy en el Cementerio del Centro de Espiritualidad de los Santos Mártires de Limpio, un lugar de reposo que simboliza el servicio que dedicó a la fe y a los demás.
P. Joaquín Piña Batllevel SJ (1978 – 1982)
Joaquín Piña Batllevell (Sabadell, España, 25 de mayo de 1930 – Buenos Aires, Argentina, 8 de julio de 2013) fue un sacerdote jesuita, misionero y el primer obispo de la diócesis de Puerto Iguazú (Misiones, Argentina). Su vida estuvo marcada por la austeridad, la cercanía al pueblo, la defensa de la justicia social y, en sus últimos años, por un rol político decisivo que lo convirtió en una figura emblemática dentro y fuera de la Iglesia.
Infancia y vocación
Nació en una familia profundamente cristiana, en un contexto atravesado por la Guerra Civil Española. Su hogar estaba impregnado de fe: un tío era capellán familiar y una prima carmelita lo preparó para la Primera Comunión. Desde entonces manifestó el deseo de ser sacerdote. Entre los 6 y 9 años vivió la persecución religiosa bajo un régimen comunista, experiencia que lo marcó profundamente. A los 18 ingresó al noviciado jesuita en Veruela y se formó en el Colegio Máximo de San Cugat. Inspirado por los modelos misioneros de su tiempo, soñaba con ir a la India, pero sus superiores lo orientaron hacia América Latina, donde pasaría el resto de su vida.
Misión en Paraguay
En 1955 fue destinado a Paraguay, país que adoptó como su “segunda patria”. Allí fue profesor, formador en el seminario y maestro de novicios. Paralelamente, optó por vivir en comunidades de inserción en barrios populares de Asunción, compartiendo la vida de los pobres y aprendiendo de su fe sencilla. Fue ordenado sacerdote en 1961 en Asunción, tras completar estudios en el Colegio Máximo de San Miguel (Buenos Aires). Su firme oposición a la dictadura de Alfredo Stroessner le valió vigilancia, amenazas y finalmente expulsión. De Paraguay pasó a la Argentina, donde continuó su misión.
Párroco en la Parroquia de Itatí (Posadas)
Uno de los momentos más significativos de su vida pastoral fue su servicio como párroco en la Parroquia Virgen de Itatí, en Posadas, durante los años 70 y 80. Allí se hizo especialmente cercano a la gente humilde de los barrios periféricos. La comunidad lo recuerda como un pastor austero, cercano y sensible a las necesidades sociales, que acompañaba a las familias en los momentos más difíciles, visitaba hogares y promovía la participación activa de los laicos en la vida parroquial.
Su estilo sencillo y su vida entre los más pobres marcaron a toda una generación. Tras su retiro como obispo en 2006, eligió regresar a la misma Parroquia de Itatí, donde continuó celebrando misas, escuchando confesiones, recibiendo a la gente y acompañando a las comunidades hasta sus últimos días. Su retorno fue vivido como una vuelta a los orígenes, y se convirtió en un referente espiritual cotidiano para los vecinos de Posadas.
Obispo de Puerto Iguazú
En 1986, el papa Juan Pablo II lo nombró primer obispo de la recién creada diócesis de Puerto Iguazú. Piña no esperaba ese encargo, ya que siempre había entendido que los jesuitas no solían ser obispos, pero aceptó como voluntad de Dios. Durante 20 años trabajó en consolidar una diócesis nueva, organizando comunidades, formando agentes pastorales y abriendo espacios de participación. Fue un defensor activo de los campesinos yerbateros, los pueblos originarios y la Madre Tierra. Se opuso a grandes proyectos hidroeléctricos (Corpus Christi, Garabí y Panambí), y siempre eligió el lado de los más vulnerables.
Su lema episcopal fue: “Para servir”, y lo vivió radicalmente. Usaba una rama de guayubira en lugar del báculo episcopal, como símbolo de sencillez y cercanía al pueblo.
Política y compromiso social
En 2006, ante el intento del gobernador Carlos Rovira de reformar la Constitución para habilitar la reelección indefinida, Piña aceptó, tras un discernimiento y con el aliento de Jorge Bergoglio (entonces arzobispo de Buenos Aires), encabezar el Frente Unidos por la Dignidad (FUD). El movimiento derrotó a Rovira con el 55 % de los votos, en una elección histórica que repercutió a nivel nacional. Fue considerado un triunfo de la democracia sobre el poder hegemónico. Tras esa experiencia, Piña dejó en claro que no aceptaría cargos políticos y volvió a su vida pastoral.
Controversias
Su figura no estuvo exenta de polémicas. Algunos sectores lo acusaron de desviar fondos de Cáritas y de la diócesis para campañas políticas en 2006. También se lo vinculó a denuncias de encubrimiento de sacerdotes acusados de abusos en Posadas e Iguazú, lo que generó críticas internas dentro de la Iglesia. Su sucesor en Iguazú, Marcelo Martorell, lo acusó de un “desfalco descomunal”. Aunque Piña nunca fue juzgado ni sancionado por estas acusaciones, estas controversias acompañan la memoria de su gestión episcopal.
Escritos
Durante su obispado y retiro publicó varios libros de reflexión espiritual:
Amé la Justicia y odié la mentira (2007)
La verdad los hará libres (2010)
Nadie puede servir a dos señores (2011)
Últimos años y muerte
Tras su retiro como obispo en 2006, se instaló nuevamente en la Parroquia de Itatí en Posadas, donde pasó sus últimos años en contacto cercano con la comunidad. Allí fue confesor, consejero espiritual y celebrante, siempre con un estilo sencillo. Falleció el 8 de julio de 2013, a los 83 años, en Buenos Aires. Sus restos descansan en la Catedral Virgen del Carmen de Puerto Iguazú, como lo había pedido.
Legado
Joaquín Piña es recordado como un pastor con olor a oveja, que vivió con austeridad y defendió a los pobres y excluidos. Para muchos, fue un profeta que denunció injusticias y puso su vida al servicio del Evangelio y de la democracia. Para otros, fue un obispo controvertido, acusado de errores y abusos de poder. Sea cual fuere la mirada, su figura dejó una huella profunda en Misiones y en la Iglesia argentina, especialmente en la Parroquia de Itatí, donde su legado sigue vivo en la memoria de la comunidad.
P. Francisco Fernández SJ (1982 – 1983)
P. Enrique Inocencio Rastellini SJ (2003 – 2006)
Hijo de Héctor y Regina, Enrique nació el 28 de diciembre 1933 en la ciudad de Resistencia, Chaco, Argentina. Antes de ingresar a la Compañía, cursó dos años de la carrera de Odontología.
Ingresó a la Compañía de Jesús el 5 de enero de 1961, en el Noviciado de Córdoba. Al momento de su ingreso tenía 28 años. No era común en esa época ingresar al noviciado a esa edad; ya era un “hombre mayor” entre todos sus compañeros. Había hecho una larga conscripción en la Marina de Guerra y tenía una gran serenidad, como también un enorme sentido del humor, una mezcla chaqueña de inocencia y picardía. Era una persona que hacía sentir a la gente muy a gusto.
Hizo sus primeros votos el 6 de enero de 1963, en el Noviciado de Córdoba. Allí el celebrante fue el P. Miguel Elizondo.
Estudió Literatura y Humanidades en Padre Hurtado -Chile-, el período 1963-1964, luego Filosofía en el Colegio Máximo de San Miguel, en el período 1965-1966. En 1967 realizó su Magisterio en el Colegio del Salvador.
Estudió la Teología en el Colegio Máximo de San Miguel, en el período 1968-1971.
Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1970, en Colegio Máximo de San Miguel, por Mons. Enrique Angelelli Obispo de La Rioja.
En 1971 fue profesor de Teología en ña Universidad del Salvador y luego residió en la comunidad de Reina Martyrum hasta 1972. Realizó la Tercera Probación allí durante el año 1972. Del 72 al 74 fue sacerdote operario en comunidades de Buenos Aires.
El P. Rastellini era un hombre cordial, muy humano, que sabía generar vínculos de simpatía con quienes lo trataban y conocían. Permanentemente exhortando en su predicación y sus consejos a la confianza en la misericordia infinita de Dios, que ama y perdona más allá de nuestras limitaciones. Siempre con buen carácter, apertura y sencillez, con una cuota de nobleza y sabiduría típica de nuestra gente del interior. Era un verdadero padre bueno, cariñoso, que supo encarnar concretamente la bondad de Jesús.
Luego, en el ’75 el Padre Provincial lo destinó al pueblo de Yuto, Provincia de Jujuy, donde fue párroco durante 16 años. El P. Rastellini realizó sus votos solemnes el día 2 de febrero de 1977, en la Iglesia San Miguel Arcángel -en Yuto, Jujuy- y el celebrante fue el P. Antonio Di Nillo.
Fue un buen pastor de su feligresía, allí en Yuto. Entre las varias obras realizadas, construyó una casa de ejercicios y de encuentros que fue instrumento eficaz para su tarea pastoral y misionera. Allí también gozó de especial aprecio y estima por parte del entonces Obispo de Jujuy, Mons. José Miguel Medina, como también del clero diocesano.
El Año 1991 lo encuentra en la Ciudad de Mendoza, en donde fue confesor, dirigió Ejercicios Espirituales y más adelante también fue capellán en la cárcel, hasta 1995.
Desde 1995 hasta 1998 estuvo en Corrientes, donde se dedicó también a la Pastoral Carcelaria.
Desde el ´99 al 2002 estuvo en Salta, trabajando en Fe y Alegría y también abocado a la pastoral carcelaria de Salta.
Luego en 2003 y hasta 2006 fue párroco de Nuestra Señor de Itatí, en la Ciudad de Posadas, provincia de Misiones.
Desde 2008 a 2011 fue párroco en Virgen de los Pobres, en la Ciudad de Mendoza.
Luego pasa a Paraguay, en donde en 2011-12 fue párroco de Nuestra Señora de La Paz.
Desde 2013, en el Colegio Máximo de San Miguel, colaboró en el Centro Loyola dando Ejercicios Espirituales, así como también en parroquias y en la Catedral de San Miguel.
El P. Enrique Rastellini, SJ falleció el 12 de junio del año 2015 en la Enfermería del Colegio Máximo de San Miguel. Tenía 81 años de edad, 54 de Compañía y 44 de sacerdocio. Sus restos descansan en el cementerio de San Miguel.