La Pausa Ignaciana es una oración sencilla pero profunda que nos ayuda a detenernos y abrir el corazón para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana. Es un ejercicio espiritual que nos invita a reconocer sus dones, agradecer, pedir su perdón y ponernos en sus manos para seguir caminando.
Para realizarla de manera fructífera, lo ideal es elegir un lugar tranquilo y un momento del día en que podamos disponernos con calma. Muchos la rezan al finalizar la jornada, como un repaso agradecido de lo vivido, o al comenzar un nuevo día, recordando el anterior y preparando el corazón para lo que vendrá. Puede hacerse de manera personal o en familia, compartiendo juntos la oración.
La Pausa Ignaciana consta de cinco pasos muy sencillos:
1- DAR GRACIAS: Por cuanto Dios me bendecido en este día.

2- PEDIR EL ESPÍRITU para que me guíe en la revisión de esta jornada.

3- REPASAR Y RECONOCER mis fallos y errores.

4- PEDIR PERDÓN Y AYUDA para poder superar y enfrentar mis fallos.

5- REZAR POR EL DÍA SIGUIENTE pidiendo ayuda para poder vivirlo de la mano de Dios.

La Pausa Ignaciana es, en definitiva, un espacio de encuentro con Dios que nos ayuda a crecer en gratitud, humildad y confianza.
Fuente: Jesuitas Argentina y Uruguay
