«Esta imagen del frente de la parroquia fue tomada a mediados de los años ochenta aproximadamente y editada hoy con nuevas tecnologías de IA. Con un clic le dimos color y, en otra prueba, agregamos gente saliendo del templo. Es asombroso lo que podemos hacer: modificar fotos, crear voces, escribir textos, generar videos… pero aquí surge la verdadera cuestión: ¿cuánto de esto termina siendo realmente bueno para la humanidad? ¿Somos conscientes del uso que le damos? ¿Qué piensa la Iglesia al respecto?»

Francisco: la sabiduría del corazón en la era de la IA
En 2024, el Papa Francisco dedicó el Mensaje para la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales a la relación entre “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón”. Allí advirtió que corremos el riesgo de ser “ricos en tecnología y pobres en humanidad” si no recuperamos la centralidad del corazón humano, entendido como sede de la libertad, del encuentro con Dios y del discernimiento moral.
Propuso cinco claves:
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Descifrar la sabiduría del corazón frente al exceso de datos.
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Vencer el delirio de omnipotencia, recordando que la técnica no nos hace dioses.
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Contrarrestar la desinformación y los riesgos de manipulación.
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Asumir implicaciones éticas en la comunicación y la creación de contenidos.
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Discernir juntos, en alianza de generaciones, para orientar la IA al bien común.

En el G7: “ninguna máquina debe decidir quitar la vida a un ser humano”
Unos meses después, en junio de 2024, Francisco se convirtió en el primer Papa en hablar en una cumbre del G7. Allí llamó a una “sana política” que guíe el desarrollo tecnológico para el bien común.
Entre sus advertencias más contundentes destacó la urgencia de prohibir las armas autónomas letales, recordando que la dignidad humana exige mantener siempre el control humano sobre cualquier decisión que afecte la vida.
“La ciencia y la tecnología —afirmó— son fruto del potencial creativo del ser humano. Pero condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y la entregáramos a las máquinas”.

Antiqua et Nova: inteligencia humana e inteligencia artificial

En enero de 2025, el Vaticano publicó el documento Antiqua et Nova, que profundizó la reflexión sobre la relación entre inteligencia humana e inteligencia artificial.
El texto subraya que la IA puede imitar procesos cognitivos, pero carece de conciencia, discernimiento moral y capacidad de relación auténtica. Frente a ello, la inteligencia humana es integral: une razón, afectividad, creatividad y apertura a lo trascendente.
Entre los riesgos señalados están la desinformación, la concentración de poder, el impacto ecológico, la pérdida de empleos y el uso militar. Para enfrentarlos, la Iglesia propone tres criterios esenciales:
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Respeto a la dignidad humana.
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Promoción del bien común.
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Custodia de la creación.
León XIV: una nueva revolución industrial
La elección del nombre del nuevo Papa, León XIV, estuvo inspirada en el pontificado de León XIII, autor de la encíclica Rerum Novarum en el contexto de la Revolución Industrial.
Durante su primer discurso ante el Colegio Cardenalicio, León XIV señaló:
“Hoy la Iglesia ofrece su doctrina social en respuesta a otra revolución industrial: los avances en el campo de la Inteligencia Artificial, que plantean nuevos desafíos para la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo”.
En mensajes recientes, como el enviado a la cumbre AI for Good 2025 en Ginebra, el Papa reafirmó que la IA puede realizar tareas con rapidez y eficiencia, pero nunca sustituir el discernimiento moral ni la riqueza de las relaciones humanas.

Una responsabilidad humana y global
León XIV insiste en que el desarrollo de la IA debe ir de la mano con el respeto de los valores humanos y sociales. La ética no es opcional: debe guiar tanto a desarrolladores como a gobiernos y usuarios.
No basta con criterios de utilidad y eficiencia; hace falta un marco normativo global, una “algorética” que asegure que la persona humana permanezca en el centro. En este horizonte, el Papa recuerda la expresión de san Agustín, tranquillitas ordinis (la “tranquilidad del orden”), como clave para construir sociedades pacíficas y justas.
Tecnología al servicio de la humanidad
Francisco y León XIV coinciden en lo esencial: la inteligencia artificial es un instrumento poderoso, fascinante y a la vez peligroso, cuya dirección depende siempre del ser humano.
La Iglesia no propone un rechazo, sino un discernimiento: orientar la IA para que sea herramienta de encuentro, justicia y fraternidad, y no de exclusión, manipulación o violencia.
La verdadera inteligencia —recuerda el Magisterio reciente— no está en los algoritmos, sino en el corazón humano, capaz de amar, decidir y abrirse a Dios.
