Este domingo la Iglesia celebra la Exaltación de la Santa Cruz, una fiesta profundamente significativa para la fe cristiana. No se trata de exaltar un instrumento de tortura, sino de contemplar en la cruz al Crucificado, al Jesús que entregó su vida por amor, sin condiciones ni cálculos, mostrando la manera en que Dios mismo ha querido pasar por nuestra historia.

La carta de san Pablo a los Filipenses nos recuerda:

“Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo… se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre” (Flp 2, 6-11).

La cruz, centro de nuestra fe

Contemplar la cruz es ponernos al lado de María y de Juan, al pie del madero, para descubrir que allí donde el mundo condena al inocente, Dios manifiesta un amor que no se rinde. La cruz revela la paradoja de la fe: el sufrimiento asumido por amor se convierte en esperanza, y la muerte se transforma en vida.

File:Jesucristo crucificado con la Virgen y San Juan, de Juan Sánchez Cotán (Museo de Bellas Artes de Granada).jpg - Wikimedia Commons

En cada cruz personal —el dolor, la renuncia, el conflicto, la incomprensión— podemos recordar que el Crucificado ya recorrió ese camino y que su resurrección nos asegura que la última palabra nunca la tiene la desesperanza.

Tres preguntas que interpelan

San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, propone tres preguntas que siguen siendo actuales y que encuentran un eco particular al contemplar a Cristo en la cruz:

  1. ¿Qué he hecho por Cristo?
    Nos invita a mirar hacia atrás, a reconocer nuestra historia y la manera en que hemos respondido —o no— a su amor.

  2. ¿Qué hago por Cristo ahora?
    Esta pregunta ilumina el presente: nuestros gestos cotidianos, nuestras decisiones, nuestras sombras y nuestras luces.

  3. ¿Qué debo hacer por Cristo?
    No es un llamado a la obligación moralista, sino una invitación a abrirnos al amor. Reconocer cuánto nos ha amado Cristo despierta el deseo de amar en respuesta, con obras concretas.

Catholic.net - San Ignacio de Loyola, un loco de amor por Jesucristo

Una oportunidad para cada día

Quizás no todos tengamos el tiempo de hacer unos Ejercicios Espirituales completos, pero sí podemos detenernos frente a un crucifijo en casa, en la iglesia, o incluso en silencio interior, y dejarnos tocar por estas tres preguntas.

Ellas no son solo un examen de conciencia, sino una brújula para orientar la vida en clave de amor y entrega. La cruz no se queda en el dolor: está vacía, porque Cristo ha resucitado. Su nombre está por encima de todo nombre, y en Él nuestra esperanza nunca será defraudada.

Rezandovoy, una App que nos ayuda a rezar:

Podcast Rezandovoy | Podcast on SpotifyEn el ritmo acelerado de la vida diaria, muchas veces cuesta encontrar un espacio de silencio para la oración. La aplicación Rezandovoy se presenta como una herramienta sencilla y accesible que nos ayuda a rezar en cualquier momento del día. Con lecturas, reflexiones y música inspiradora, invita a hacer una pausa, escuchar la Palabra de Dios y dejarse acompañar por ella en el camino cotidiano. Es un recurso valioso para quienes desean mantener viva su relación con Dios, aún en medio de la rutina.

Te invitamos a vistar su web: https://www.rezandovoy.org/